viernes, 5 de febrero de 2010

Chejov a A.S. Suvórin


Moscú, 11 de abril de 1890.

Alexéi Alexéevich1 se fue al sur. Yo lo veía a diario, almorzábamos, cenábamos juntos, y cada vez su salud me producía la más buena impresión. Mostrárselo a Zajárin2 o alguna otra lumbrera yo, positivamente, no lo encontré necesario, ya que no hay nada peor que presentarse al médico, y no saber de qué quejarse. Es una malcriadez; habituarse uno mismo desde la juventud a las pláticas con los médicos, significa crearse para la vejez la más mala opinión de su salud, lo que es nocivo, más nocivo que la coriza. Yo se lo quería mostrar al mejor asistente de Zajárin, a mi Korniéev3, un médico excelente, que tomaría para sí la solución de la cuestión de la visita a Zajárin, pero Alexéi Alexéevich porfió, y yo no encontré necesario protestar e insistir. En cuanto a la nariz no tuvimos suerte. Beliáev4 recibe sólo hasta las nueve de la mañana, después de lo cual desaparece de Moscú, y su infante no deseó levantarse temprano. Yo le tomé la palabra de que en el camino de regreso por Moscú, él pasaría por donde Korniéev; Korniéev es amigo de Beliáev y arreglará todo lo necesario, este Korniéev es amigo de Zajárin también. No olvide eso y, si se necesita, diríjase a él. Es un buen hombre.
Los pulmones, el hígado y el cerebro de Alexéi Alexéevich se encuentran con una salud codiciable. El corazón también. Catarro no tiene ni en el estómago, ni en los intestinos. Si, como he oído de él, va a vivir en verano en Feodosia, pues en junio o julio, de manera principal, antes de que empiece a bañarse, no olvide arreglar así, que algún médico local le eche una mirada a su orine. No lo olvide. Si en el momento nombrado su orine, por su composición y peso específico, resulta normal, pues dele un pasaporte para todos los cuatro costados, y dígale que no hay necesidad de pasar por donde Korniéev en Moscú; que coma, beba, se bañe y trabaje cuanto le plazca. Si en Feodosia está el médico Haddi5, diríjase a él, él sabe qué hacer con el orine. Le hago este encargo urinario no sin fundamento: éste lo calmará en cuanto a la diabetes, de la que usted me escribió en dos cartas, y convencerá a Alexéi Alexéevich de que tiene saludables no sólo los pulmones, el hígado y el cerebro, sino los riñones también, o sea, que está saludable por completo.
Me voy yo el 18 de abril. A Yezhóv6 le daré cien rublos de los míos, no tomando del almacén de Moscú, así lo decidimos con Alexéi Alexéevich. Mis direcciones se las informaré a su tiempo. No quisiera ir, y me quedaría gustoso, pero es mejor deshacerme del viaje este año, que aplazarlo hasta el año próximo. Dinero reuní suficiente, pero por lo menos, de todas formas, le pediré a usted, por si acaso, mil rublos más esos cien, que le di a Yezhóv. Eso para mí es más que suficiente, y aún le traeré el vuelto. Quinientos los trabajaré antes de agosto, y los restantes se los estafaré. En semana santa recibí de su almacén 782 rublos. Pronto habrá que imprimir la 4ª edición de En el crepúsculo.
Ayer le envié la Antología marina para Vinográdov7, y la Revista minera para Skalkóvskii8. Dígale al último que retuve conmigo esos tres números, en los que se publica el artículo de su colega Köppen9. Se lo devolveré a su tiempo.
Por todos los santos, respóndame algo en cuanto a Ostróvskii10. ¡¡¡Le suplico!!! Vino de nuevo.
Yo aún no me fui, y mi hermana ya me empezó a extrañar. Sin mí a ella le irá mal. La envío unas dos semanas a Crimea.
Reverencie a Afanásiev11. Ayer estuvo en la casa Alexéi Petróvich12 con el pr. Urúsov13. Después de El seductor sevillano14 cenó toda una partida: el autor, Míshia Ivánov15, Pliúschik-Pliúschevskii16, el hermano de Ivánov, Alexéi Alexéevich, Alexéi Petróvich y yo. Si no hablar de Alexéi Alexéevich y de mí, pues de toda la partida, aburrida mortuoria, el más interesante fue Alexéi Petróvich, aunque calló todo el tiempo. Cenamos frugalmente: a 4 rublos por cabeza. No nos hubiéramos empobrecido si hubiéramos gastado 8. Comimos, y de pronto todos nos fatigamos, nos faltaron unos chinos con camillas. Míshia estaba de frac y corbata blanca, y me hizo una reprensión, por que en Moscú no saben apoyar a los colegas. Yo no le respondí nada a eso. Yo estuve en El seductor sevillano, y Máslov intentó no estar en Ivánov17, y todo el tiempo hizo ver que no estuvo, pero de eso yo no concluyo que en Petersburgo no saben apoyar a los colegas. Apoyar a un colega significa aplaudir, y empezar a aplaudir, significa provocar una rechifla de protesta por parte de los no colegas.
Que esté guardado por el Señor Dios y todas sus fuerzas celestiales. En un sueño me persiguió un lobo.
Reverencio de modo profundo a los suyos.
Suyo, A. Chejov.

Ahora está sentada en mi casa E.K. Márkova18, que alguna vez vivió en su casa. Ella se casó con el pintor Sájarov19, un hombre muy gentil, pero aburrido que, sea como sea, quiere ir conmigo a Sajalín a pintar. Para negarle mi sociedad no me alcanza el espíritu, e ir con él sería un tedio continuo. En unos días va a Petersburgo a vender su cuadro y, a petición de su esposa, pasará por su casa para pedirle consejo. Su mujer, por esa ocasión, vino a pedirme una carta de recomendación para usted. Sea un benefactor, dígale a Sájarov que yo soy un borracho, un estafador, un nihilista, un camorrista, y que no se puede viajar conmigo, y que su viaje en mi sociedad le va a hacer mala sangre, y nada más. Dígale que va a perder su tiempo en vano. A mí, por supuesto, me agradaría ilustrar mi libro, pero cuando me enteré de que Sájarov espera recibir por eso no menos de mil rublos, pues perdí todo el apetito por las ilustraciones. ¡¡¡Hijito, desaconséjelo!!! ¿Por qué él necesitó, precisamente, su consejo?, el diablo sabe. Es el mismo, que pintó el descarrilamiento del tren zarista20.

1Alexéi Alexéevich Suvórin, periodista, redactor del periódico Tiempo nuevo, hijo de Alexéi Suvórin.
2Grigórii Zajárin, médico terapeuta, profesor y director de la clínica terapéutica de la Universidad de Moscú.
3Yákov Korniéev, médico terapeuta, dueño de la casa donde vive la familia Chejov de 1886 a 1890.
4Agafópod Beliáev, médico otorrino-laringólogo de Moscú.
5Lazár Haddí, médico de Feodosia.
6Nikolai Yezhóv (de seudónimo “Don Quijote de la Mancha”), escritor y periodista.
7Konstantín Vinográdov, fiscal, conocido de Alexéi Suvórin.
8Konstantín Skalkóvskii, literato, ingeniero de minas.
9Alexéi Köppen, ingeniero de minas.
10Piótr Ostróvskii, ingeniero, crítico literario, hermano del escritor Alexánder Ostróvskii.
11Nikolai Afanásiev, secretario de redacción del periódico Tiempo nuevo.
12Alexéi Petróvich Kolómnin, abogado de jurado, director de la sección financiera de la editorial Tiempo nuevo, yerno de Alexéi Suvórin.
13Alexánder Urúsov (príncipe), jurista, abogado, orador judicial, literato.
14El seductor sevillano, pieza de Alexéi Máslov (de seudónimo “Biézhetskii”), se estrena en el Teatro Máli, de Moscú, el 9 de abril de 1890.
15Mijaíl Ivánov ("Míshia"), compositor, crítico musical, colaborador del periódico Tiempo nuevo.
16Yákov Pliúschik-Pliúschevskii, director del Círculo literario artístico de Petersburgo, funcionario del Ministerio de asuntos internos.
17Ivánov, pieza de Antón Chejov.
18Elizaveta Konstantínovna Márkova, "Nelly", actriz del Teatro de Fiódor Korsh, conocida de la familia Chejov
19Alexánder Sájarov, pintor.
20Descarrilamiento del tren zarista, cuadro del pintor Alexánder Sájarov, expuesto en 1889 en salones de San Petersburgo y Moscú.

Imagen: Victor Safronov, Temple of the Basil the Blessed, 2005.