sábado, 15 de marzo de 2008

Ideas impropias


Un maestro de lenguas antiguas, un hombre de aspecto severo, positivo y bilioso, pero en secreto un fantaseador y librepensador, se me quejaba de que siempre, cuando está en la extemporalia estudiantil1 o en los consejos pedagógicos, lo torturan preguntas diversas, impropias e insolubles. A cada rato, se quejaba, le venían a la cabeza preguntas como: “¿Qué sería, si en lugar del suelo estuviera el techo, y en lugar del techo el suelo? ¿Qué traen las lenguas antiguas: ganancia o pérdida? ¿De qué forma los maestros harían visitas al director, si el último viviera en la luna?”, y demás. Todas estas y semejantes preguntas, si están en la cabeza de modo obsesivo, se denominan en psiquiatría “imaginaciones forzadas”. Una enfermedad incurable, grave, pero interesante para la observación. Hace días el maestro se presentó en mi casa, y me dijo que lo había empezado a torturar la pregunta: “¿Qué sería si los hombres se vistieran de mujer?” Una pregunta impropia, sobrenatural y hasta indecente, pero no se puede decir que sea difícil de responder. El pedagogo se respondió así: si los hombres se vistieran de mujer, pues…
los registradores colegiados llevarían vestido de percal y, es posible, en los días muy solemnes, de lana. Llevarían corsets de a rublo, medias de rayas, de papel, el escote no se prohibiría sólo en su compañía...
los carteros y los reporteros, al caminar por los canales y los charcos, serían remitidos por desacato a la moral social;
el Yúriev2 de Moscú andaría en crinolina y bata de baño;
los guardas de clase Mijéi y Makár, cada mañana, irían a ver “al mismo”, para apretarle el corset;
los funcionarios de encargos especiales y los secretarios de sociedades benéficas se vestirían no de acuerdo a los medios;
el poeta Máikov llevaría bucles, un vestido verde con cintas rojas y cofia;
las carnes de I.S. Aksákov yacerían dentro de un sarafán y un corpiño;
los cabecillas de la vía Lozovó-Sevastópol, por pobreza, se exhibirían en enaguas, y demás.
Y aquí están las pláticas:
-¡El túnico, su excelencia, por encima de toda crítica! ¡El polisón excelente! El escote un poco grande.
-¡En forma, hermano! ¡Un escote de IV clase! ¡A ver pues, arréglame abajo el volante!, y demás.

1Ejercicio que consiste en la traducción del ruso al latín y al griego, típico del programa de educación clásica, que D.A. Tolstoi, ministro de instrucción pública, introduce en los gimnasios de Rusia de 1866 a 1880.
2S.A. Yúriev, hombre de teatro, literato, redactor de la revista El pensamiento ruso.

Título original: Nesoobraznie misli, publicado por primera vez en la revista Oskolki, 1884, Nº 19, con la firma: “El hombre sin bazo”.
Imagen:
Caravaggio, Tañedor de laúd, 1596.