sábado, 8 de diciembre de 2007

Mi “ella”


Ella, como aseguran con autoridad mis padres y jefes, nació antes que yo. Tengan ellos razón o no, yo sólo sé que no recuerdo ni un día de mi vida, cuando no le perteneciera y no sintiera sobre mí su poder. Ella no me abandona día y noche, yo tampoco manifiesto la intención de huir de ella: la relación, por lo tanto, es fuerte, firme... ¡Pero no me envidie, juvenil lectora!.. Esta conmovedora relación no me trae nada, excepto desdicha. En primer lugar, mi “ella”, al no apartarse de mí día y noche, no me deja dedicarme a la obra. Me impide leer, escribir, pasear, disfrutar de la naturaleza... Yo escribo estas líneas y ella me empuja por el codo, y a cada segundo, como la antigua Cleopatra no menos al antiguo Antonio, me llama al lecho. En segundo, ella me arruina como una cocotte francesa. Por su apego, yo lo sacrifiqué todo: la carrera, la gloria, el confort... Por su gracia ando desvestido, vivo en un número barato, me alimento de tonterías, escribo con tintas pálidas. ¡Todo, todo lo devora ella, la insaciable! Yo la odio, la desprecio... Hace tiempo que sería hora de divorciarme de ella, pero no me divorcié hasta ahora, no porque los abogados moscovitas cobren cuatro mil por divorcio... Niños por ahora no tenemos... ¿Quieren saber su nombre? Permitan... Es poético y recuerda a Teresa, Vanessa, Pureza...
Se llama ella Pereza.

Título original: Moya “ona”, publicado por primera vez en la revista Budilnik, 1885, Nº 22, con la firma: “El hermano de mi hermano”.
Imagen: Osip Braz, Antón Chejov, 1898.