miércoles, 5 de diciembre de 2007

La billetera


Tres actores peregrinos, Smirnóv, Popóv y Balabáikin, iban una hermosa mañana por la traviesa de la vía férrea y hallaron una billetera. Al abrirla, para su gran asombro y placer, vieron en ésta veinte billetes de banco, seis boletos ganadores del segundo préstamo y un cheque por tres mil. Al principio gritaron “hurra”, después se sentaron en el terraplén y empezaron a extasiarse.
-¿Y cuánto pues nos toca a cada uno? –decía Smirnóv, contando el dinero. -¡Padrecitos! ¡A cinco mil cuatrocientos cuarenta y cinco rublos! ¡Hijitos, pero es que te mueres con este dinero!
-Yo me alegro no tanto por mí –dijo Balabáikin-, como por ustedes, hijitos míos queridos. Ahora no van a pasar hambre y andar descalzo. Yo me alegro por el arte... Ante todo, hermanos, voy a ir a Moscú y directo a Age1: cóseme, hermano, un ropero... No quiero jugar a los paisanos, me voy a pasar al amplua2 de los fatuos y los petimetres. Me voy a comprar un cilindro y un chapeau-claque3. Para los fatuos un cilindro gris.
-Ahora habría que beber y picar por la alegría –observó el jeune premier4, Popóv. –Pues hace casi tres días que comemos pan seco, ahora haría falta algo así... ¿Ah?..
-Sí, no estaría mal, mis hijitos queridos... –convino Smirnóv. –Dinero hay mucho, y de comer no hay nada, preciosos míos. Mira qué, querido Popóv, tú eres el más joven y ligero de nosotros, toma pues un rublo de la billetera y ve por víveres, mi ángel bueno... ¡Ahiiií está el pueblo! ¿Ves, blanquea la iglesia tras la colina? Unas cinco vérstas5 serán, no más... ¿Ves? Es un pueblo grande, y tú lo vas a encontrar todo ahí... Compra una botella de vodka, una libra de embutido, dos panes y un arenque, y nosotros te esperamos aquí, hijito, amado mío...
Popóv tomó el rublo y se dispuso a irse. Smirnóv, con lágrimas en los ojos, lo abrazó, lo besó tres veces, lo persignó y lo llamó hijito, ángel, alma... Balabáikin también lo abrazó y le juró amistad eterna, y sólo después de toda una serie de efusiones, las más sensibles, conmovedoras, Popóv descendió del terraplén y dirigió sus pasos hacia un pueblo que se oscurecía en la lejanía.
-“¡Pues qué dicha! –cavilaba por el camino. –No tenía ni un grosh6, y de pronto tengo un altín7. Me voy a ir ahora a mi Kostromá natal, voy a reunir una troupe8 y a construir allá mi teatro. Por lo demás... con cinco mil, ahora, no construyes ni un cobertizo sensato. Pero si toda la billetera fuera mía, pues entonces sería otro asunto... Tal teatro armaría, tal, que mis respetos. Hablando con propiedad, Smirnóv y Balabáikin, ¿qué clase de actores son? Son la ineptitud, unos "cerdos con bonete9", unos adoquines... El dinero se lo van a gastar en tonterías, y yo lo daría en bien de la patria, y me haría inmortal... He aquí lo que voy a hacer... Voy a agarrar y poner veneno en el vodka. Ellos van a morir, pero en cambio en Kostromá habrá un teatro, como no ha visto aún Rusia. Alguien, parece que Mac-Mahon10, dijo que el fin justifica los medios11, y Mac-Mahon era un gran hombre.
Mientras iba y razonaba así, sus compañeros de camino, Smirnóv y Balabáikin, estaban sentados y mantenían esta plática:
-Nuestro amigo Popóv es un buen chico –decía Smirnóv con lágrimas en los ojos -yo lo quiero, lo aprecio profundamente por su talento, estoy enamorado de él, pero... ¿sabes? , ese dinero lo va a perder... Él, o se lo va a beber, o se va a meter en líos, y se va a romper la crisma. Él es tan joven, que le es temprano aún para tener su dinero, mi hijito bueno, mi carnal...
-Sí- convino Balabáikin y se besó con Smirnóv. -¿Para qué le hace falta a ese chiquillo el dinero? Otro asunto somos tú y yo... Nosotros somos hombres de familia, positivos... Para mí y para ti, un rublo de más significa ya mucho... (Pausa). ¿Sabes qué, hermano? No vamos a conversar mucho y a ponernos muy sentimentales: ¡agarramos y lo matamos!.. Entonces a ti y a mí nos van a tocar ocho mil. Lo matamos, y en Moscú decimos que se cayó bajo el tren... Yo también lo quiero, lo idolatro, pero es que los intereses del arte, supongo, están ante todo. Además, él es inepto y estúpido, como esta traviesa.
-¡¿Qué te pasa, qué?! –se asustó Smirnóv. -¡Él es tan bueno, honrado!... Aunque, por otra parte, hablando con franqueza, hijito mío, es un verdadero cerdo, un immmbécil, un intrigante, un chismoso, un perillán... Si en realidad lo matamos, pues él mismo nos va a agradecer, gentil mío, querido... Y para que no le sea tan ofensivo, publicamos en Moscú, en los periódicos, una nota necrológica conmovedora. Eso será de compañeros.
Dicho, hecho... Cuando Popóv regresó del pueblo con los víveres, los compañeros lo abrazaron con lágrimas en los ojos, lo besaron, le aseguraron largamente que era un gran artista, después, de pronto, lo atacaron y lo mataron. Para ocultar las huellas del crimen, pusieron al finado sobre los rieles... Tras dividir el hallazgo, Smirnóv y Balabáikin, conmovidos, diciéndose el uno al otro palabras cariñosas, empezaron a picar, con la seguridad absoluta de que el crimen quedaría sin castigo... Pero la virtud siempre triunfa, y el vicio es castigado. El veneno, puesto por Popóv en la botella de vodka, era de los de efecto fuerte: no alcanzaron los amigos a beberse otro trago, cuando ya yacían sin respirar sobre la traviesa... A la hora los cuervos, con su graznido, volaban sobre ellos.
Moraleja: cuando los actores, con lágrimas en los ojos, hablan de sus queridos compañeros, de la amistad y la “solidaridad” recíproca, cuando ellos lo abrazan y lo besan a usted, pues no se aficione mucho.

1Age, almacén de confecciones francés
2Amplua, lugar que ocupa el actor en escena, lugar, deber, título.
3Chapeau-claque, cilindro, sombrero plegable con resortes.
4Jeune premier, primer joven.
5Vérsta, antigua medida rusa de superficie igual a 1,06 km.
6Grosh, antigua moneda rusa igual a ½ kópek.
7Altín, antigua moneda rusa de 3 kópeks.
8Troupe, tropa, compañía (de teatro).
9“Cerdos con bonete”, expresión de El inspector, comedia de Nikolai Gógol.
10Patricio de Mac-Mahon, duque de Magenta, mariscal de Francia que se distingue en las guerras de Crimea, Italia y la franco-prusiana de 1870.
11“El fin justifica los medios”, sentencia famosa de Nicolás Maquiavelo en El príncipe, tratado sobre la razón de Estado.

Título original: Bumazhnik, publicado por primera vez en la revista Budilnik, 1884, Nº 20, con el subtítulo “(Fábula en prosa)” y la firma: “El hermano de mi hermano”.
Imagen: Vasily Perov, Incorrigible One, 1873.