sábado, 15 de diciembre de 2007

El examen ideal (Breve respuesta a todas las largas preguntas)


Conditio sine qua non1: un maestro muy inteligente y un alumno muy inteligente. El primero zahiriente e insistente, el segundo implacable. Así como el comando de bomberos ideal llega media hora antes del incendio, así el alumno ideal tiene preparadas las respuestas media hora antes de la pregunta. Para la brevedad y evitación del honorario grande*, expongo la esencia en forma dramática.

Maestro. Usted dijo ahora que la tierra constituye en sí un globo. ¡Pero usted olvida que en ésta hay montañas altas, abismos profundos, puentes moscovitas que le impiden ser redonda2!
Alumno. Éstos le impiden ser redonda tanto, como los hoyitos en las naranjas o los granos en la fisonomía.
Maestro. ¿Y qué es la fisonomía?
Alumno. La fisonomía es el espejo del alma, que se rompe tan fácil como cualquier otro espejo.
Maestro. ¿Y qué es el espejo?
Alumno. El espejo es un aparato, en el que la mujer sopesa su arma diez veces al día. El espejo es la oficina de contraste de las mujeres.
Maestro (zahiriente). ¡Dios mío, qué inteligente es usted! (Tras quedarse pensativo.) Ahora le haré una pregunta... (Rápido.) ¿Qué es la vida?
Alumno. La vida es el honorario cobrado no por los autores, sino por sus obras.
Maestro. ¿Y cuán grande es ese honorario?
Alumno. Es igual a ese honorario, que pagan las malas redacciones por las muy malas traducciones.
Maestro. Así... ¿Y no puede usted decirnos algo de las vías férreas?
Alumno (Rápido y preciso). Vía férrea, en el inmenso significado de esa palabra, se llama el instrumento que sirve para el transporte de tesoros, sangrías y concesión de emociones fuertes a las personas indigentes. Ésta se compone, propiamente, de la vía y las reglas ferroviarias. Las últimas, en esencia, son las siguientes. Las estaciones ferroviarias están sujetas a inspección sanitaria, al igual que los mataderos, y la ruta de la vía férrea está al nivel de los cementerios: con vistas a la conservación de la limpieza del aire tanto ésta, como el otro, deben hallarse a una prudente distancia de los lugares poblados. La persona transportada por la vía férrea se denomina pasajero, y llegada a su lugar de destino se redenomina difunto. El hombre que va a ver a la tía en Tambóv o al cuñado en Sarátov, en caso de su no deseo de llegar por voluntad del destino ad patres3, debe informar de su no deseo, pero no más tarde de seis meses después del descarrilamiento. Los deseosos de escribir el testamento obtienen pluma y tinta con el sub-conductor por el pago establecido. Ante el choque de trenes, la salida de los rieles y demás, los pasajeros se comprometen a mantener silencio y permanecer en tierra. Ante el choque de dos trenes el tercero no debe inmiscuirse...
Maestro. Suficiente, espere... Bueno, ¿y qué es la justicia?
Alumno. La justicia es una tasa ferroviaria colgada en la pared interior de cada vagón: por el vidrio roto 2 rub., por la cortina arrancada 3 rub., por la tapicería del diván rasgada 5 rub., por la rotura de la propia persona, en caso de descarrilamiento, el pasajero no paga nada.
Maestro. ¿Quién riega las calles moscovitas?
Alumno. La lluvia.
Maestro. ¿Y quién recibe dinero por eso?
Alumno. (Nombre de los ríos).
Maestro. Bueno... ¿Y qué puede usted decir de la vía férrea de caballos?
Alumno. La ferroviaria de caballos, o la llamada, simplemente, vía férrea caballuna, está compuesta del interior, los exteriores y las reglas ferroviarias de caballos. El interior cuesta cinco kópeks, el exterior tres kópeks, y las reglas ferroviarias de caballo nada. El primero ha sido dado a la humanidad para la comodísima contemplación de las costumbres de los conductores, el segundo para el vistazo, por las mañanas, de las ventanas abiertas de los segundos pisos, y las terceras para su cumplimiento. Esas reglas, en esencia, son las siguientes. No es el tranvía para el público, sino el público para el tranvía. Ante la entrada del conductor al vagón, el público debe sonreír con agrado. El movimiento adelante, el movimiento atrás y la quietud absoluta son, en esencia, sinónimos. La velocidad es igual a la cantidad negativa, raras veces al cero, y en las grandes fiestas a dos verstitas por hora. Por la salida del vagón de los rieles el pasajero no paga nada.
Maestro. Dígame, por favor, ¿para qué dos vagones, al encontrarse el uno con el otro, tocan las campanas, y para qué los inspectores le arrancan las esquinas a los boletos?
Alumno. Lo uno y lo otro constituye un secreto de los inventores.
Maestro. ¿Qué escritor le gusta más de todos?
Alumno. El que sabe poner el punto a tiempo.
Maestro. Razonable... ¿Y no sabe usted, quién armó el exceso que le encallece los ojos al lector en el presente instante?
Alumno. Eso constituye un secreto de la redacción... Por lo demás, para usted yo, es posible... Yo, si quiere, le revelaré ese secreto... (en susurro). El exceso lo armó en edad avanzada…

A. Chejonté.

1Conditio sine qua non, condición sin la cual no.
*¡¿No entiendo, qué tiene éste de bueno?! El autor. (Nota de Antón Chejov).
2En su sección Retazos de la vida moscovita, de Retazos, Chejov escribe: “En mayo y en junio se hundieron los puentes moscovitas, y yo callaba. En estos meses se hunden en los exámenes los alumnos de gimnasio, se hunden los empresarios “incipientes”, ¿por qué no se hunden ya también las calzadas? Así razonaba yo, esperando una reparación… Pero en julio ya no puedo callar…” (1884, Nº 27, 7 de julio).
3Ad patres, junto a los antepasados, ir ad patres, morir.

Título original: Idealnii ekzamen, publicado por primera vez en la revista Budilnik, 1884, Nº 23, con la firma: “A. Chejonté”.
Imagen: Ivan Kramskoy, Portrait of the Doctor Sergey Botkin, 1882.