jueves, 20 de diciembre de 2007

Chejov a los Chejov


Amúr, bajo Pokróvskaya, 21 de junio de 1890.

Chocamos con una roca, hicimos una vía de agua, y nos reparamos ahora. Estamos encallados y bombeamos agua. A la izquierda la orilla rusa, a la derecha la china. Si regresara a casa ahora, pues tendría derecho a jactarme: “En China no estuve, pero la vi a 3 sazhénes de mí”. Vamos a pernoctar en Pokróvskaya. Armaremos una excursión.
Si yo fuera millonario, seguramente tendría en el Amúr mi propio barco. Es una buena, curiosa región. Aconsejo a Yegór Mijáilovich ir no a Tuapsé, sino aquí; a propósito, aquí no hay ni tarántulas ni falangios. En la orilla china hay un puesto de guardia: una isbita, en la orilla unos sacos de harina apilados; unos chinos harapientos los cargan en parihuelas adentro de la isbita. Y tras el puesto el bosque tupido, infinito. Que estén saludables.
Con nosotros van unas estudiantes de Irkútsk, de caras rusas pero no bonitas.

Imagen: Isaac Levitan, The Volga. A Calm Day, 1895.