lunes, 3 de diciembre de 2007

¿Cabrón o canalla?


Abrasadora “siesta”. En un sofacito de la sala está semi acostada una señorita de unos dieciocho años. Por su rostro pasean las moscas, a sus pies está tirado un libro abierto, su boca está entreabierta, la respiración casi-casi... Duerme.
A la sala entra un viejecito de la raza de los viejos ratoniles gogolianos1. Al ver a la muchacha durmiente, se enternece y se acerca a ella de puntillas.
-¡Qué... encanto! –dice entre dientes . –La bella... je-je... durmiente... ¡Qué lástima que no soy un pintor! ¡Esa cabecita... esa manito!
El anciano se inclina hacia la mano de la muchacha, la acaricia con su mano rugosa y... ¡planta un beso! La muchacha suspira profundamente, abre los ojos y, con perplejidad, mira al anciano.
-Ah... ¿es usted, príncipe? –balbucea, venciendo al sueño. –¡Pardon, yo, parece, me dormí!
-Pues sí, usted duerme –susurra el príncipe. –Usted ahora duerme, y me sueña... Usted ahora me ve en el sueño... Duerma, duerma... Usted sólo me sueña...
La muchacha cree y cierra los ojos.
-¡Qué infeliz soy! –murmura, durmiéndose. -¡Siempre sueño ya con cabrones, ya con un canalla!
El príncipe oye ese murmullo, se confunde y se esfuma de puntillas...

1Viejo ratonil, expresión en Las almas muertas, novela de Nikolai Gogol, aproximadamente viejo verde.

Título original: Koziol ili negodiai?, publicado por primera vez en la revista Oskolki, 1883, Nº 30, con la firma: “El hombre sin bazo”.
Imagen: Ilya Repin, Portrait of the Military Engineer Andrey Delvig. 1882.